Isabel ya no está con nosotros. Hace muchos años le diagnosticaron fibromialgia y con este diagnóstico se la sacaban del medio cuando se quejaba a los médicos que la atendían, incluso en el servicio de urgencias donde fue en más de una ocasión cuando tan mal se llegó a encontrar. Durante mucho tiempo, Isabel batalló con el personal sanitario que parecía no atender sus quejas y explicaciones. Y finalmente, después de insistir mucho, descubrieron que un cáncer del aparato reproductor se había extendido por todo su cuerpo y ya no se podía hacer nada por su vida. No pretendo ponerle el miedo en el cuerpo a nadie pero, desgraciadamente, casos como los de la Isabel son frecuentes y se deben dar a conocer. Yo fui afortunada y gracias que un pólipo intestinal se reventó, se hizo evidente que había algo más que el colon irritable que me habían diagnosticado como causante de mi hinchazón y malestar: era un cáncer de colon. También estoy diagnosticada de fibromialgia y me parece que con esta etiqueta, a veces, los médicos tienen suficiente para ahorrarse pruebas que podrían evitar muertes antes de tiempo. Ante esta situación a veces recomendaría ocultar, olvidar, no mencionar -aunque creo que es injusto- la palabra fibromialgia a los que la sufrimos porque nos atienda como es debido.