Marcela Lechuga, autora de «Así es la vida», otorga en ese sencillo mantra la llave para acceder a una verdad sencilla: el estrés es parte del ambiente que nos tocó vivir. La mejor forma de combatirlo es aceptándolo y desarrollando las fortalezas naturales, asegura.
El síndrome de Bournout es un estado permanente de fatiga. Una especie de estrés integrado al organismo de un individuo (por lo general un habitante de la urbe saturado de pega pendiente) que niega la existencia de este cuadro.
Aunque no está reconocido por el DSM, millones de personas que van a trabajar con las zapatillas de clavos no pueden estar equivocadas. «El burnout es consecuencia de un estrés crónico donde desgastamos nuestros recursos fisiológicos y personales para afrontar las demandas del día a día; es cierto que en nuestra sociedad se ha acelerado el ritmo de vida, las exigencias a nuestro desempeño y los múltiples roles que son parte de la vida», explica la sicóloga Marcela Lechuga, quien acaba de publicar el manual de autoayuda «Así es la vida» (Zig Zag) donde definen el problema y las claves para superarlo en todos sus niveles. O al menos hacer el mejor esfuerzo para integrarlo a la vida moderna.
«Más que un mal el burnout es una invitación a conocer nuestra naturaleza y a desarrollar nuevos recursos que nos permitan un menor desgaste y ser más eficientes para responder de forma integra a las continuas demandas que nos plantea la vida», cree la especialista que dirige la Consultora Acquaris que fomenta el concepto de empresas saludables, prevención del burnout y el autocuidado de equipos de trabajo.
CONOCE AL ENEMIGO
El libro conduce al lector además, por otros caminos incómodos de difícil tránsito. Los temores más básicos, miedo a la muerte, a la vejez, a enfermar, es decir, todo lo que es parte de la vida pero que la modernidad se empeña en mostrar como una amenaza alienígena.
-¿Qué rutinas y vicios de nuestra década hacen más propenso a una persona a sufrir este tipo de estrés?
-Si no renovamos nuestros recursos es como si siguiéramos usando un programa de computación obsoleto sabiendo que hay actualizaciones que nos permiten lo que antes se creía imposible. El desconocimiento de la conexión entre nuestro cuerpo-mente y alma nos impide usar recursos naturales que están a nuestro servicio desde siempre y es lo que pretendo comunicar en mi libro para dar esa buena noticia de que tenemos mecanismos naturales que nos permiten llegar a niveles impensables de estrés sin desgastarnos.
-A su juicio, ¿Existirá un ingrediente ambiental local del burnout?
-Puede ser muy propio de nuestra idiosincrasia la percepción de sentirnos amenazados por los retos que nos plantea la vida: como lo son el tráfico, las exigencias laborales, las relaciones con nuestros hijos, con nuestra pareja, que si bien pueden ser fuente de tensión, esa tensión es adaptativa para crecer y madurar como personas y como sociedad. Sin embargo, las percibimos como amenazas lo que nos lleva muchas veces a sentirnos víctimas de las circunstancias en vez de buscar nuevas formas más creativas que nos faciliten ser protagonistas de nuestras vidas y transformar nuestra realidad. Creo que el elemento mas peligroso es lo que decimos, es la queja, escuchamos a cada instante «es que estamos estresados», que «el estrés nos va a enfermar» y comenzamos a contagiar el miedo que en vez de ayudarnos a avanzar nos paraliza.
-¿Se puede «rehabilitar» una persona que ha caído en este fastidio laboral?
-Absolutamente se rehabilita y como todo proceso de rehabilitación es activo, no pasivo como sería acogerse a una licencia, ya que cuando esta termina y se vuelven a asumir todos los roles, volverá la persona a desgastarse si no ha desarrollado las competencias necesarias para afrontar los retos que la vida le está planteando en ese momento. Es muy importante entender que el burnout se caracteriza por desmotivación en el trabajo, cansancio emocional ante las exigencias y falta de realización profesional yque se requiere diferenciarlo de otros diagnósticos. Las personas que se desgastan son las que tienen un alto compromiso con su quehacer, pero se han frustrado muchas veces por no obtener los resultados que esperaban, por lo mismo son personas valiosas para la empresa y para nuestra sociedad, por tanto cuando se renuevan son un gran aporte por su experiencia.
-¿Cuáles son estas herramientas naturales?
-Dentro de los recursos personales que nos protegen del desgaste cotidiano, están nuestras habilidades sociales, saber pedir ayuda, saber aceptar una crítica, saber escuchar sin reaccionar a la defensiva entre otras. Tenemos mucho que hacer aún en nuestro país para generar un contagio positivo de conductas saludables.
-Usted pasó por la ingeniería civil bioquímica, ¿Hay alguna lectura interesante que surja de esa visión de mundo sumada a su trabajo como sicóloga en torno a este mal?
-El poder integrar la ciencia a la conducta y a la conciencia, me ha dado una visión mas amplia que le agradezco a mis padres, ya que luego de 4 años de estudiar ingeniería cuando les dije que me quería cambiar a sicología porque necesitaba entender al ser humano, me dieron todo su apoyo aunque no estuvieran de acuerdo. El apoyo social es el elemento más importante para prevenir el desgaste o burnout y nos necesitamos unos a otros para lograr una sociedad más saludable y plena.
-Es mucho el temor o preocupación de los chilenos por las pérdidas, la enfermedad, el envejecer o el morir?
-El ser humano necesita tener cierto grado de controlabilidad en sus vidas para no sentirse permanentemente amenazado. Pero no podemos controlar la incertidumbre en relación a nuestro futuro, lo cual nos abre nuestros temores más profundos: el temor a enfermarnos, a las pérdidas, a la dependencia, al deterioro, al morir entre muchos otros y que son procesos propios del vivir. La incertidumbre no se controla, se trasciende buscando personalmente las creencias existenciales que le den sentido a la vida en las buenas y en las malas… Porque así es la vida.
-¿Qué casos de éxito hay en otras sociedades que son más felices que la nuestra?
-Creo que el elemento clave en sociedades más felices es que honran la vida, que honran sus vidas como lo señaló el Ministro del «Ministerio de la Felicidad» del país de Buthan cuando visitó nuestro país. Cuando honramos nuestra vida, honramos la vida del otro en un acto simultáneo, libre, estableciendo relaciones honestas en cuanto a nuestras necesidades y, a su vez, consideradas en relación a las necesidades del otro, buscando en la relación el bien mayor.