Ser «pateado» por la pareja, víctima de «la ley del hielo» de parte de los compañeros de trabajo o marginado por la apariencia o forma de ser no sólo dejan una sensación amarga en las personas, sino que provoca en ellas dolores físicos -como el de una quemadura- y a la larga puede ocasionar enfermedades vinculadas con el padecimiento físico, como la fibromialgia.
Así lo reveló un estudio hecho por las universidades de Michigan y Columbia, en EE.UU., que descubrió que el sentimiento de rechazo social y el dolor físico activan las mismas regiones del cerebro, lo que permite que una pérdida de afecto o rechazo social lastime sensorialmente de manera idéntica a como lo hace una situación dolorosa en el cuerpo.
Para llegar a esta conclusión los científicos seleccionaron a 40 personas que recientemente habían sido abandonadas por sus parejas y les realizaron dos pruebas: en la primera les mostraron una fotografía de su ex pareja y en la otra se les indujo de forma controlada una sensación de dolor físico similar a la que se produce cuando uno se quema con una taza caliente. En los dos experimentos los investigadores registraron la actividad cerebral mediante imágenes de resonancia magnética funcional.
En ambas situaciones, los científicos observaron que se activaron las mismas dos áreas cerebrales: la corteza somatosensorial secundaria y la ínsula dorsal posterior. La primera de estas estructuras corresponde al área del cerebro hasta donde llega la información captada por los terminales nerviosos en distintas partes del cuerpo, mientras que la segunda estructura participa en el procesamiento del dolor.
Más de 500 investigaciones previas, en que se midió con resonancia magnética funcional la reacción cerebral al dolor, indican que la corteza somático sensorial secundaria y la ínsula dorsal posterior se activan en más de un 88% en presencia de dolor físico. «Estos hallazgos muestran que la experiencia de rechazo social puede estar asociada con síntomas de dolor físico en el cuerpo», explica a La Tercera Ethan Kross, autor del estudio publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., quien agregó que las regiones del cerebro activadas por el rechazo no sólo son la mismas que las del dolor físico, sino que rara vez aparecen activadas en los estudios de neuroimágenes de las emociones.
Si bien la investigación fue hecha en personas que habían sido abandonadas por sus parejas, las conclusiones del trabajo no se limitan a las rupturas amorosas. «Creemos que experiencias de pérdida social más generales pueden llevar a una activación similar del cerebro», aclara Kross.
Enfermedades
Investigaciones previas habían constatado que los sentimientos de rechazo social activan zonas del cerebro relacionadas con el estrés, sin embargo, Kross destaca que hasta ahora no se había comprobado que el rechazo también activaba las áreas que procesan la sensación de dolor físico. Por este motivo, los autores plantean que ambas experiencias no sólo comparten la capacidad de provocar estrés, sino también la de generar síntomas físicos. De hecho, creen que sus hallazgos pueden ayudar a explicar la ocurrencia de cuadros como la fibromialgia y trastornos somáticos.
La fibromialgia es una condición en que las personas sufren debilidad general y dolor muscular, especialmente localizado en algunos puntos, como el cuello, los hombros, la espalda y las extremidades. Hasta el momento se desconoce la causa que da origen a este cuadro, que afecta especialmente a mujeres adultas y en menor medida a hombres y niños.
Los trastornos somáticos son una serie de alteraciones producidas por algún problema sicológico. Entre ellos destacan el trastorno de conversión, en el cual el paciente convierte un problema sicológico en un síntoma físico, como la parálisis de una extremidad, problemas de audición o falsos ataques de epilepsia.
Ya en 2009 un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de California había descubierto un nexo entre rechazo social y dolor físico: el gen OPRM1, que se activa cada vez que una persona sufre algún tipo de rechazo, dejando a las personas más sensibles al dolor social.