Vamos, Raúl, tómate el zumo». «Sofía, ¿estás lista?». Son las 9.30 de la mañana de un domingo de este mes de julio y Marina, voluntaria de Niños sin Barreras, ONG que promueve el contacto entre los reclusos y sus hijos, está ultimando los preparativos para acompañar a Sofía y Raúl a Brians 2. Las carreteras que conducen a la costa echan humo; las familias ansían el chapuzón dominical. Marina no va a la playa y no tiene que soportar colas; cubre con relativa tranquilidad el trayecto entre Barcelona y Sant Esteve Sesrovires. En Brians 2, como cada fin de semana, también se concentran los padres, hermanos, hijos, novias, de las personas que cumplen condena en este centro penitenciario.
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