El grupo de investigación Expresión Génica e Inmunidad de la Universidad Católica de Valencia (UCV), en colaboración con el Instituto de Medicina Neuro-inmune de la Universidad Nova (EEUU), ha publicado una investigación en la revista ‘Scientific Reports’ (grupo Nature) que identifica marcadores que permitirán el primer modelaje del sindrome de fatiga crónica.
La investigación conecta los microARNs de células mononucleares de sangre periférica con las marcas epigenéticas que presentan los enfermos de Encefalomielitis Miálgica (síndrome de fatiga crónica) severa, según ha informado la institución académica en un comunicado.
Los científicos de la UCV, liderados por Elisa Oltra, investigadora principal del grupo, explican que la expresión aberrante de estos ARNs de pequeño tamaño, combinados con ciertas características físicas de las vesículas extracelulares en la sangre de estos enfermos, “podrían llegar a constituir las bases de un test diagnóstico clínico y primer modelaje molecular de la enfermedad”.
Aunque no puede descartarse una “predisposición genética” para la EM, los hallazgos aportan “solidez” a la propuesta de que los factores ambientales o exposoma juegan un “papel determinante” en el desarrollo del síndrome de fatiga crónica severa o EM. Además, el estudio desvela el mecanismo de conexión entre la metilación diferencial del genoma de estos enfermos, identificada en trabajos previos de este mismo grupo de la UCV, la biogénesis de los microARNs, y la señalización neuro-inmune mediada por neurotrofinas.
El trabajo, publicado el pasado 7 de febrero, forma parte de la investigación realizada por el doctorando Eloy Pérez-Almenar, primer autor del estudio financiado por la Fundación de Investigación Ramsay (Reino Unido).
La EM, clasificada por la asociación internacional de enfermedades con código R53.82 o G93.3 si refiere desarrollo post-viral, es una enfermedad crónica e invalidante con una mayor afectación del sexo femenino.
Los datos epidemiológicos refieren entre un 0,23 a 0,41% de la población mundial, aunque un reciente estudio del grupo europeo EUROMENE alerta de cifras que alcanzan el 5%, dependiendo de la población bajo estudio y los criterios clínicos aplicados.
“Las cifras de afectados ilustran la magnitud del problema sanitario y socio-económico asociado a esta enfermedad carente de diagnóstico específico objetivable y con opciones de tratamiento únicamente paliativas”, señala la UCV.