En muchas ocasiones el cansancio nos acompaña durante todo el día sin importar cuántas horas hayamos dormido. Las causas pueden provenir de muchos orígenes: un excesivo estrés, no descansar adecuadamente o un primer síntoma de alguna enfermedad. Según el Colegio de Psiquiatras de Gran Bretaña, una de cada cinco personas suele sentirse habitualmente cansada, mientras que una de cada 10 sufre de fatiga prolongada.
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Además de las causas más obvias, conviene observar si alguno de los siguientes factores puede contribuir a nuestro estado de constante cansancio. Comer muy poco puede ser un motivo, pero también puede serlo no elegir los alimentos adecuados. Empezar el día con un desayuno alto en proteínas y carbohidratos puede ayudarnos a mantener nuestros niveles de energía estables. No conseguimos lo mismo si empezamos el día, por ejemplo, comiendo algo muy dulce, ya que el azúcar nos dará una inyección de energía en nuestra sangre que se evaporará poco después, haciendo que podamos sentirnos débiles.
Por otro lado, la anemia puede también constituir una causa habitual de cansancio. La anemia provoca que el cuerpo no tenga suficientes glóbulos rojos para llevar al cuerpo el oxígeno que este necesita, por lo que la sensación de debilidad hace que nos cansemos más haciendo la misma actividad que teniendo unos buenos balances sanguíneos. También una intolerancia a determinados alimentos que no conocemos puede suponer un cansancio adicional. Si se teme que este sea el caso, no está de más someterse a algún análisis que pueda arrojar luz sobre la situación personal de cada uno.
Por último, la tiroides o el síndrome de fatiga crónica son algunas de las complicaciones derivadas de este caso, algo que conviene comprobar en caso de padecer una fatiga de más de seis meses. Esto suele hacer difícil llevar a cabo las rutinas diarias, por lo que antes de permitir que empeore, es totalmente recomendable acudir a un especialista.