Carlos de Prada es uno de los periodistas más concienciados del estado español.
ENTREVISTA A CARLOS DE PRADA, AUTOR DE ?S.Q.M. EL RIESGO TÓXICO DIARIO?
?LA AGRICULTURA ?BIO? ES LA SOLUCIÓN AL SQM?
SQM. Las siglas de la nueva enfermedad ?Sensibilidad Química Múltiple?. Un buen amigo de la casa, Carlos de Prada, ha escrito un libro revelador con igual título, más el apéndice: ?El riesgo tóxico diario?. Carlos de Prada, además, es un hombre con una gran sabiduría y una auténtica enciclopedia viva. Arnau Vilaseca charló con él. Estuvo En BioCultura Madrid.
-S.Q.M. ¿Se sabe cuántas personas padecen este mal en España? ¿De qué datos disponemos?
-En España no se han hecho estudios epidemiológicos concretos, pero las estimaciones que se han realizado por parte de los especialistas, teniendo en cuenta las investigaciones realizadas en otros países como EE.UU. o Alemania, permiten realizar algunas estimaciones. Las estimaciones más serias van de un 0,2 a un 0, 5 % de personas con SQM. Estaríamos hablando, probablemente, de entre 150.000 y 400.000 personas. Algunos expertos dan datos muy superiores. De todas maneras, lo que sí se sabe es que va creciendo el número de casos. Además, aunque las cifras anteriores se refieren a los que tendrían una SQM. con cierto grado de gravedad, existe un porcentaje mucho mayor de personas, en torno a un 10% de la población, que reportan reacciones de hipersensibilidad más o menos leves ante ciertos productos de uso cotidiano, tales como ambientadores u otros. Ésto acaso indique que, al fin y al cabo, no estamos ante algo tan raro como a primera vista parece.
-La exposición continua a productos químicos no sólo puede conllevar la aparición de SQM…. ¿Qué otras patologías están en el punto de mira?
-Los afectados de SQM son un poco como los “canarios de la mina”. Reaccionan y padecen síntomas, a veces muy aparatosos, por exponerse a esos niveles “bajos” de contaminantes a los que los demás nos exponemos creyendo que no nos hacen nada. Son como “detectores humanos” de tóxicos a niveles bajos. En ellos se hace visible el daño de la exposición cotidiana a tóxicos. Son como la visible punta de un iceberg que en su mayor parte permanece más o menos oculto: el de la gran cantidad de enfermedades que producen esos niveles supuestamente “bajos” en sectores mucho mayores de población. Lo que hoy sabe la ciencia es que la exposición a tóxicos puede tener a ver con una parte nada despreciable del incremento de algunas de las enfermedades y problemas sanitarios que más están creciendo y que más incidencia tienen en Occidente. En el libro doy datos acerca de ello. Hablamos de los cánceres, alergias, asma, enfermedades auto-inmunes, Parkinson, problemas reproductivos, problemas cognitivos del niño… Simplemente dar la lista de enfermedades que, en mayor o menor medida, pueden verse asociadas a los tóxicos superaría el tiempo que tenemos en una entrevista breve como ésta. En el libro doy muchos datos científicos que ligan enfermedades muy frecuentes, como el cáncer de mama, por ejemplo, con la exposición a tóxicos como los pesticidas.
LA PRESIÓN DE LA INDUSTRIA
-La presión de la industria química para desmontar los hallazgos de científicos independientes es brutal. Danos algún hecho a destacar en este aspecto…
-La industria química es, obviamente, una de las industrias más poderosas del planeta. Tiene una tremenda capacidad para neutralizar cualquier tipo de medida que pretenda regular su actividad o responsabilizarla por problemas de salud humana. El hecho de que, además, la industria farmacéutica no deje de ser sino una parte más de la industria química es un hecho clave. Porque todos sabemos la capacidad de influir en las orientaciones de la medicina que tiene la industria farmacéutica. Y creo que todo esto puede estar influyendo en la orientación actual que es el olvido de la prevención. Se deja que la gente siga exponiéndose a sustancias tóxicas y que por ello la incidencia de una serie de enfermedades siga creciendo y creciendo. Y todo lo que se hace es montar fastuosos negocios basándose en el tratamiento de las legiones crecientes de enfermos. No se aplica eso de “más vale prevenir que curar”, sino que más vale, es más negocio “curar” o por lo menos tratar (aunque no se cure realmente muchas veces)? que prevenir. El tema está llegando a tales extremos que está amenazando el sistema de atención sanitaria por su alto coste, no digamos humano sino económico.
LA ALIMENTACIÓN?
-La alimentación es parte del problema, ya que, a través de ella, entran en nuestros organismos muchos productos nocivos. ¿La agricultura ecológica es parte de la solución?
-Por supuesto. Los pesticidas son, de hecho, uno de los problemas más serios. Están en el origen de muchas enfermedades, desde problemas reproductivos a cáncer, pasando por el Parkinson entre otros. Obviamente, la agricultura ecológica es un antídoto muy poderoso contra esta locura envenenadora de nuestro planeta y nuestros organismos. La gente muchas veces no es consciente de la importancia de estas cosas. No es consciente de los millones de toneladas de venenos que se vierten deliberadamente sobre nuestros alimentos, sobre los suelos y las aguas y que pueden luego llegarnos de las más diversas formas. Creen que con que los tóxicos que lleguen a nuestros cuerpos estén dentro de los límites “legales” no hay problema. Lo que no saben es que la comunidad científica cuestiona esos límites “legales”. Que lo “legal” es una cosa y otra muy diferente lo seguro. Que hoy se sabe que los niveles “bajos” de tóxicos -esos que hay en los cuerpos de buena parte de la población- pueden estar teniendo muy hondos efectos en nosotros.
-¿Qué otras situaciones de exposición son peligrosas, qué grupos profesionales las padecen más?
-Las situaciones de exposición son muchas. Y tienen que ver frecuentemente con cosas que la gente no suele sospechar. La ignorancia es muy atrevida. En el libro cito el caso de Semmelweiss, un médico vienés del siglo XIX que murió rodeado de incomprensión porque se le ocurrió proponer que los médicos atendieran a las parturientas con las manos limpias. Como no se habían descubierto los microorganismos, los médicos las atendían con las manos con las que acababan de diseccionar cadáveres en descomposición. La mortalidad de mujeres por fiebres puerperales a causa de ello era brutal. Pero los médicos se rieron de Semmelweiss y las mujeres siguieron muriendo. Hoy pasa algo parecido, nuestro mundo está lleno de unos nuevos agentes patógenos que una parte de los médicos se obstina en ignorar: las sustancias tóxicas. Sustancias que pueden estar en un suavizante de la ropa, en un perfume, en un cosmético, en un producto de la limpieza, en el plástico de una botella de agua o un biberón, en un empaste, una pintura, en el recubrimiento antiadherente de una sartén… El hombre ha producido más de 100.000 sustancias químicas nuevas que no había en la Naturaleza y están por doquier. Muchas de ellas pueden ser perjudiciales a diversos niveles. No se ha evaluado más o menos correctamente ni un 1% de esas sustancias. Existen sectores de población en los que se ven excesos de esas enfermedades; pensemos, por ejemplo, en las trabajadoras de la limpieza y el asma, o en los fumigadores y el Parkinson, pero más preocupante que lo que se ve en esos sectores concretos es que con frecuencia las mismas sustancias se emplean cotidianamente o se ven expuestas a ellas amplios sectores de la población.
IGNORANCIA MÉDICA
-¿La clase médica tiene la información suficiente al respecto de todas estas nuevas enfermedades?
-Muchas de las investigaciones científicas que denuncian todas estas cosas, y hablo de millares de investigaciones, se publican en revistas científicas médicas de primer orden. Muchos médicos trabajan muy seriamente en estos temas. Lamentablemente, una parte del estamento médico parece no estar al corriente. Siguen con las inercias de siempre. No se dan o no quieren darse cuenta de los cambios ambientales brutales que se han dado en las últimas décadas y el efecto de todo ello sobre la salud humana. Es muy necesario que estos médicos actualicen sus conocimientos. No hablaré aquí de cómo la industria química puede tener en sus manos a los médicos y “adormecer” sus conciencias. No hablaré de ciertas cosas muy espinosas pero muy extendidas. Tampoco hablaré del lamentable espectáculo de ciertas asociaciones de enfermos subvencionadas que tampoco están haciendo demasiado bien, al no hablar nunca prácticamente de prevención sino estar sirviendo, en el fondo, a los intereses de quienes se benefician con la situación. Creo, como digo en el libro, que ha comenzado la era de la Medicina Ambiental y que la Medicina, de aquí en adelante, o habrá de ser ambiental o, simplemente, no será. Toda medicina que no tenga esto en cuenta será pseudo-medicina, porque no contribuirá a que haya menos enfermos, más salud, sino sólo a lucrarse con la enfermedad que no se ha prevenido. El papel de la contaminación química en la salud humana no es algo anecdótico, sino que tiene que ver con un porcentaje muy importante de la carga social de las enfermedades que se padecen en Occidente.
-¿Cuál es el peor trauma de alguien que sufre SQM, la incomprensión de los doctores?
-Sin duda alguna, esa escasez de médicos que sepan de medicina ambiental crea muchos estragos. Uno de ellos es que cuando les llega un paciente con, por ejemplo, Sensibilidad Química Múltiple, no sepan interpretar lo que están viendo. Así los pacientes son mandados de un sitio a otro durante años. Incluso los envían a veces al psiquiatra, cuando, obviamente, como sabe la comunidad científica, es una enfermedad física causada por exposiciones a sustancias tales como pesticidas o disolventes. Es un poco lo mismo que se ha visto con enfermedades como el Síndrome de Fatiga Crónica o la Fibromialgia, que, por cierto, son primas hermanas de la SQM (de hecho los pacientes con SQM suelen tener también muchas veces a la vez estos problemas). Sin duda que una parte muy importante del sufrimiento de estos enfermos tiene que ver con el maltrato que reciben muchas veces por parte de médicos que no saben de estas cosas, que, lamentablemente, son demasiados hoy en día en España. Aquí, se está muy lejos de lo que pasa en países como Alemania Canadá o EE.UU.
TESTIMONIOS EN 1ª PERSONA
-Son muchas las personas que hablan en tu libro y que han padecido los problemas de la exposición a determinados agentes químicos. Tal vez algún científico explique que los comentarios de esas personas no son datos científicos. ¿Es una ciencia que ha dejado de escuchar al ser humano?
-Por supuesto que hay científicos o médicos que no escuchan al ser humano. De hecho, hoy en día la medicina se ha convertido muchas veces en una suerte de maquinaria ciega y sorda, con muchas prisas, escasa atención, mucha máquina y mucho negocio. Se ha perdido el “ojo clínico”. Muchos médicos sólo saben mirar los resultados de las pruebas sacados de una máquina pero no al paciente. Pero al menos deberían molestarse en ser realmente científicos y leer no sólo las historias que en el libro narran los pacientes en primera persona, sino los centenares de estudios científicos, centenares, que son citados en mi libro, cada uno con la correspondiente referencia. Si al menos no quieren escuchar a los que sufren, que al menos se molesten un poco en leer los centenares de investigaciones científicas realizadas.
-¿A quién va dirigido tu libro?
-El libro va dirigido en primer lugar a las personas que sufren a causa de la contaminación química, especialmente a los que sufren SQM. Pretendo que les sirva de “arma” argumental con la que defender sus derechos y contribuir a concienciar a los que les rodean (médicos, familiares, vecinos…) de la realidad de la Sensibilidad Química Múltiple. En segundo término, porque lo que les pasa a los afectados de SQM no es algo que les pase sólo a ellos sino que es tan sólo una parte de las muchas enfermedades que generan las mismas sustancias tóxicas, el libro pretende servir a todos los que quieren conocer el impacto de los tóxicos sobre la salud humana. Soy su autor y acaso está mal que lo diga, pero creo que en pocos libros se condensa la cantidad de datos contundentes que se dan cita en este. Creo que es un libro importante para todos aquellos que quieran proteger al ser humano de la amenaza de los tóxicos. Creo, firmemente, que este tema es uno de los mayores retos que afronta la Humanidad.
Arnau Vilaseca