El tratamiento psicológico reduce la sensación de dolor en la fibromialgia.
Curso de formación para el tratamiento de la fibromialgia, una de las patologías más prevalentes de las sociedades avanzadas.
– Dicha patología afecta a 1.100.000 personas en España (2,4% de la población) y a 48.334 en el País Vasco (2.26%)
– Se estima que al menos el 20% de los pacientes con fibromialgia presentan un trastorno depresivo y un 13% trastornos de ansiedad
– Hay que resaltar la importancia de la relación médico-paciente, y de la relación contexto-paciente en el sufrimiento adicional de la enfermedad
– AMSA instaura un programa de actuación con el que pretende mejorar la conciencia somatosensorial y la regulación emocional
Bilbao, octubre de 2011.- La fibromialgia está considerada como la causa más frecuente de dolor músculo-esquelético crónico difuso, con una alta comorbilidad entre diversos trastornos psiquiátricos. La Sociedad Española de Reumatología estima que dicha patología afecta a 1.100.000 personas en España (2,4% de la población) y a 48.334 en el País Vasco (2.26%). Se estima que al menos el 20% de los pacientes con fibromialgia presentan un trastorno depresivo y un 13% trastornos de ansiedad, además de una tasa superior de otros trastornos, como la fobia específica, el trastorno obsesivo-compulsivo o los trastornos del Eje II.
El programa de dolor crónico de Avances Médicos S.A. (AMSA) atiende a personas diagnosticadas de fibromialgia y otras patologías que cursan con dolor crónico que con frecuencia se asocian con síntomas psiquiátricos como la ansiedad o la depresión.
El Dr. Pablo Orgaz, coordinador del Curso de formación sobre fibromialgia que ha impartido AMSA en el Colegio Oficial de Médicos de Bizkaia, describe la fibromialgia como una ?alteración en el procesamiento del dolor, de origen desconocido, que cursa con síntomas como el dolor generalizado, el cansancio o la rigidez y conlleva un importante distrés psicológico asociado?.
?La fibromialgia tiene profundas repercusiones en la calidad de vida del que la padece y en el conjunto de sus relaciones significativas, generando un elevado nivel de sufrimiento?, aseguran desde AMSA. Se ha destacado la necesidad de dirigir el funcionamiento psicológico para, en última instancia, mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Varias revisiones han evidenciado que las intervenciones psicológicas son eficaces para obtener un resultado favorable en el tratamiento de la fibromialgia. Entre las intervenciones psicológicas que se han señalado como más beneficiosas, se encuentran la terapia cognitivo conductual, la terapia grupal y técnicas de relajación que mejoren la conciencia somatosensorial.
Estudios que valoran el tratamiento psicofarmacológico llegan a la conclusión general de que los mejores resultados se obtienen del tratamiento combinado de psicoterapia y farmacoterapia. ?El tratamiento en salud mental de la fibromialgia mejora la calidad de vida, disminuye el gasto sanitario y la sensación subjetiva de dolor y mejora la clínica psiquiátrica asociada?, concluyen desde AMSA.
Diversidad de síntomas, un mismo trastorno
La relación entre los trastornos metales y la fibromialgia es controvertida. Según algunos autores, los síntomas característicos de la fibromialgia (dolor, cansancio, parestesias, anquilosamientos, mareos, puntos miofasciales hipersensibles, etc.) son atribuibles a desadaptaciones psicológicas. Para ellos la fibromialgia es una forma de somatización. Otros entienden que la etiología de la fibromialgia, aun desconocida, es independiente de factores psicológicos. La alta comorbilidad de síntomas, como la ansiedad o la depresión, es la consecuencia lógica del sufrimiento que supone convivir con el dolor crónico. ?Ambos puntos de vista se fundamentan en modelos basados en un dualismo mente-cuerpo, frente al que progresivamente se impone un modelo biopsicosocial, ampliamente aceptado en otros campos de la Medicina?, asegura el Dr. Orgaz.
Los datos disponibles en la literatura señalan que los factores psicológicos específicos que influyen en una respuesta adaptativa o desadaptativa al dolor son la instauración de un patrón de hipervigilancia al dolor, los pensamientos catastróficos y las conductas evitativas. Otros autores han señalado que la aceptación del dolor se relaciona con una percepción de menor intensidad, ausencia de trastornos asociados como la depresión y ansiedad y una mejor ejecución de tareas de la vida diaria.
En otra línea, la investigación con metodología cualitativa ha señalado la importancia de la relación médico-paciente, y de la relación contexto-paciente en el sufrimiento adicional de la enfermedad. En dolor crónico se ha señalado la importancia de ambas relaciones en la elaboración individual del significado de enfermedad. Aceves-Avila opina que el discurso y la disposición del espacio sanitario mantienen un lugar de cronificación del dolor. Otros autores, señalan el papel que juega la pasividad e incapacidad asociada al dolor crónico. En situaciones de incertidumbre diagnóstica, las expectativas de un médico centrado en un modelo causa-efecto y las expectativas del paciente con respecto a este modelo favorecen, en su interacción, la persistencia del dolor, la frustración y la ansiedad.
Hacia el control de los síntomas
El tratamiento del dolor es una de las áreas de la psiquiatría donde se cuestiona más la forma en la que el clínico entiende la organización del ser humano. ?En este programa se considera que el organismo se manifiesta como una unidad psicofisiológica en interacción estructurante con el ambiente, modelo que se sostiene biológicamente en base a la interrelación existente entre las vías neurobiológicas del control del dolor y las del afecto?, aseguran en AMSA.
Dentro de los objetivos del programa se encuentra, en primer lugar, favorecer el afrontamiento activo del dolor y otros síntomas somáticos, apoyando su repercusión emocional, y atender a la exacerbación de estos síntomas ante situaciones estresantes.
En segundo lugar, se quiere ayudar a desentrañar los significados de los síntomas en la vida de los pacientes, atendiendo a las reacciones cognitivas y emocionales que producen los síntomas físicos, y poder con ello entrenar en la detección emocional antes que esta se convierta en más dolor o en otros síntomas somáticos. Con ello se consigue un aumento de la conciencia somatosensorial de los pacientes.
Por último, el programa realiza un tratamiento los trastornos psiquiátricos asociados, siempre con el apoyo y la coordinación con otros servicios médicos.