Una historia ambientada en la Edad Media le da a Alba Filgueira, de trece años, el primer premio de un certamen nacional.Un concurso de cuentos ayuda a una niña a superarse frente a la fibromialgia.
Caballeros armados, príncipes y campesinos han actuado durante unos días, y seguro que lo harán muchos más, como un analgésico para Alba Filgueira Mosquera, una niña de 13 años con fibromialgia. Ganar el primer premio del concurso nacional de relatos cortos ‘En mi verso soy libre’, destinado a jóvenes con esa enfermedad, le ha servido para enfrentarse mejor a los dolores musculares y la fatiga crónica.
La primera impresión sobre Alba, que nació en Galicia pero lleva toda la vida en Cartagena porque su padre es militar, es que es una adolescente tímida y reservada. Habla poco y, a veces, se queda mirando fijamente algo o a alguien durante unos minutos. Desde que nació tiene fibromialgia y un trastorno del sueño conocido como el síndrome de las piernas inquietas.
Al preguntarle sobre sus aficiones, asegura que de siempre le ha gustado escribir. Es más, en su habitación guarda varios borradores y relatos cortos. Aun así, al principio no quería presentarse al concurso que ahora le ha dado una alegría a ella y a su familia.
«¿Para qué? si yo no iba a ganar…», recuerda que le respondió a su profesora de Literatura cuando le propuso entregar un relato. Al final, la insistencia de aquélla le hizo replantearse su decisión.
Una de las bases del certamen era que la historia estuviera basada en hechos reales, cosa que a Alba no le hizo mucha gracia. «A mí me gusta escribir historias fantásticas… Como estaba estudiando la Edad Media decidí recopilar algunos datos y escribir una historia de fantasía basada en la Edad Media», sonríe orgullosa al recordar su estrategia. Ganar el primer premio con el relato ‘La promesa’ le ha infundido confianza para seguir escribiendo y presentarse a más concursos.
Su enfermedad le impide ir al colegio porque el esfuerzo la cansa y, al día siguiente, «está rota». «Le duelen los huesos. La tenemos que ayudar a todo, hasta comer . Y le cuesta mucho levantarse de la cama», explica Rubi, su madre. Así que Alba suele estar casi siempre en casa.
No obstante, cada día que Alba pasa en su domicilio es como si fuera a clase. Dos veces a la semana la visitan dos profesores particulares que le resuelven las dudas, le corrigen los deberes y la preparan para los exámenes del Instituto El Bohío. Que su esfuerzo es digno de elogio lo deja claro un dato: sólo tardó un día en escribir su cuento.
«La rutina es lo mejor para superar la enfermedad, aunque hay días que Alba se encuentra mal y apenas puede hacer nada. Eso sí, es muy constante. No se queja del dolor y cuando se le pasa retoma los libros», asegura Emilio, su padre.
Quiere ser veterinaria
Alba está acostumbrada a estudiar en casa porque estando en Primaria le diagnosticaron fibromialgia y tuvo que dejar las aulas. Pero eso no le ha impedido sacar notables en casi todas las asignaturas. La que más le gusta es Ciencias Naturales. «Yo quiero ser veterinaria. Me encantan los animales. Tenemos tres perros y dos canarios y aunque no pueda sacar a pasearlos, juego con ellos en casa. Son una monería», sonríe.
También son un gran apoyo sus amigos del instituto, que no dejan de visitarla. Además, ahora están tan contentos que le auguran un futuro como escritora: «Alba, vas a ser famosa», le dicen.