Apaga la luz,
No vaya a ser que veas que no soy tan perfecta como pretendo, como me gustaría. Como a ti te gustaría.
No vaya a ser que se desvanezca este hechizo que tanto me ha costado crear, que no sé ni cómo se sostiene. Esperaba mantenerte engañado siempre, a mi lado, que nunca te des cuenta.
Además, no quiero que me veas despeinada, y hace dos semanas que no me repaso las piernas. Intentaré no rozarte con ellas, pero necesito que apagues la luz. Qué tonta, tendría que haber pensado que hoy te apetecería. Soy un desastre.
Dicen que es más erótico, ¿no? Hacerlo a oscuras, en las pelis es así… Sólo se ven las siluetas, siempre tan esbeltas y tan dinámicas… con lo fea que yo me siento, lo torpe y estúpida que debo parecer, y además el michelín… Ay, espero que no te des cuenta del michelín.
Cariño, por favor, apaga la luz…
Pero hazme un favor, apágala sólo para disfrutar más de mí, y dejar que yo disfrute más de ti. Para hundir tu rostro en mi pelo y sentir mi olor lo más cerca posible, sin adulterar. Para recorrer mi piel con las yemas de los dedos y notar cómo se me eriza el vello sin necesidad de mirar, e intuir mi sonrisa en tu oído. Y escuchar, como amplificados, mis susurros.
De lo contrario, no la apagues. No me hagas ni caso. Quiéreme, quiéreme bien y ayúdame a disfrutarme a plena luz del día y con las persianas bajadas, enséñame a llenarme de un amor incondicional, ajeno a cualquier variable y distinto del que nos profesamos entre las sábanas. El amor conmigo.
Clara