Mi “perfecta” hermana

mi perfecta hermanaLa cineasta sueca Sanna Lenken ha decidido traer a la gran pantalla, en lo que en mi opinión ha resultado una brillante aproximación a un asunto nada fácil de abordar, la anorexia nerviosa que sufrió de adolescente. El traslado de la carga narrativa a la pequeña de las dos hermanas de la familia protagonista (en efecto, la película da a todos y cada uno de los personajes la oportunidad de construirse un lugar propio en la trama –menos mal-), renunciando al enfoque autobiográfico, funciona de maravilla.
Stella, una niña de 11 años recién entrada en la pubertad, sencilla y risueña, buena y despreocupada (como todas deberían serlo), es la más indicada para transmitir al espectador el modelo de perfección femenina que parece encarnar su hermana mayor, Katja. No sólo es disciplinada y brillante en el patinaje artístico, sino hermosa, segura (o eso parece), el objeto de adoración de sus padres y un espejo en el que proyectar sus expectativas. Para Stella, que prefiere comer patatas fritas y jugar “a ser mayor” con sus amigos a pasarse horas girando y saltando en la pista, Katja es sinónimo de éxito: pero lo es desde los ojos de una niña ilusionada y no obsesiva, ansiosa por vivir experiencias “adultas” y “emocionantes” (de ésas que luego generan tanto desencanto).
Resulta fantástica la admiración que profesa a su hermana, carente del auto-cuestionamiento a que estamos acostumbrados: le gustaría ser como ella, desea aprender de ella, pero se quiere y no cambia. No cambia, porque en el fondo no es de lo que se trata, porque sólo está construyéndose a sí misma. Me sorprendí, a lo largo del largometraje, esperando que la pequeña dejase progresivamente de comer a medida que Katja lo hace. Que las dos naufragasen “en cadena”, lo cual no ocurre (cosa que, por otra parte, es un descanso para el alma). Stella se respeta y se quiere bastante más que su hermana, resulta, y a medida que se aproxima a la intimidad de Katja descubre que las cosas no funcionan bien, que está “rota”.
La película golpea magistralmente al espectador con una dosis de realidad: una situación desesperante, absurda a veces, muy lejos del morbo y el tópico. Los padres son padres y no saben qué hacer, tantean el terreno, pierden los papeles, gritan y lloran porque quieren a su hija más que a nada en este mundo (especialmente, mamá); y Katja se deshace poco a poco. Recuerdo pensar, sentir, casi adelantarme a su diálogo y a la escena siguiente, “cómo puede verse así, cómo puede estar llegando a este extremo, no lo ve”, y acto seguido, “por supuesto que no lo ve”. Mientras tanto, Stella orquesta las interacciones entre todos ellos desde sus ojos inocentes pero perspicaces, salvadores.
Juzgad vosotros mismos, creo que aún está en cartelera. Os dejo aquí el aperitivo.

https://www.youtube.com/watch?v=_w6Zufw49qM

Clara

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