Siempre he pensado que el cuerpo no es sólo un envoltorio y seguramente en ocasiones demasiado, dado sufrí un trastorno muy vinculado al cuerpo. Pero hoy no os voy a hablar de la imagen corporal, mis pensamientos van por otro lado.
Desde que empecé a atender a mis necesidades, empecé a descubrir un mundo nuevo que estaba dentro de mí y que durante muchos años no le había prestado atención. Inicialmente mis atenciones se centraron en los aspectos emocionales enquistados que no había tratado. Me sumergí completamente en el mundo del autoconocimiento para poder entender porqué había pasado por una bulimia.
Posteriormente, empecé a reconectar nuevamente con mi cuerpo pero esta vez de otra manera: ya no me interesaba obsesionarme por estrías, celulitis, varices, etc. Mi atención se centró en las alarmas que me daba mi cuerpo (dolores, enfermedades…). Y poco a poco entendí algo (teniendo en cuenta que existen aspectos genéticos y biológicos que también influyen en un posible desarrollo de determinadas dolencias): existen aspectos emocionales que influyen en tu cuerpo y que te dan alertas.
Y en relación a este tema quería dar un pequeño ejemplo: la menstruación. Aquella gran desconocida para los anuncios de televisión que muestran con sangre azul… Quitando los aspectos culturales que nos han hecho esconder eternamente los síntomas y cualquier evidencia sobre ella; la menstruación es un aspecto de nuestra vida que hemos aprendido a detestar y que en muchas ocasiones nos ha provocado un gran dolor. Y ése era mi caso, desde la adolescencia sufría de dolores extremadamente insoportables que en ocasiones me provocaban mareos, y esto me duró un largo tiempo. Pero un día, empecé a darme cuenta que el dolor había empezado a remitir. Y fue entonces cuando detecté las coincidencias: cuando empecé a atenderme e interesarme por mí misma, mis anhelos y mis necesidades, ese dolor tan elevado fue desapareciendo. Su atenuación apareció justo cuando entendí a estar primero yo y después el resto.
Por lo que, atended a vuestro cuerpo desde otra mirada porqué hay avisos. ¿Os atrevéis a probar?
Noemí Conde – www.noemiconde.com