“Parece vanidad porque nos aislamos y ponemos corazas para no sentir vergüenza de nuestro cuerpo, lo parece porque al principio quizás sí lo es, parece que la trampa es querer estar más guapa, la realidad es que has perdido la capacidad de amarte, de cuidarte, y lo reclamas al mundo de la peor manera”
“Más vale malo conocido que bueno por conocer, ¿no?. No se puede atribuir a un enfermo la voluntad de decisión necesaria para emprender el camino que le llevará a curarse cuando, precisamente, es su voluntad la que se encuentra doblegada. Nunca es fácil saltar al vacío”
“Tenemos siempre y en cualquier momento la maza en la mano para juzgar a cualquiera sin darnos cuenta que esa persona, alta, baja, delgada, calva y con cicatrices o manchas tiene un espejo en casa que le dice cada día como es. Nos recreamos en el canibalismo social, no dejamos títere con cabeza”
“Es la anorexia quien busca llamar la atención y me ha usado como catalizador. A mí, que odio ser el centro de todas las miradas, que he luchado tanto para acallarla. Me ha mostrado descarnada, en crudo, lo más vulnerable posible. Desnuda ante el mundo. Expuesta hasta el último miedo, hasta el último jirón. Desde luego, no es agradable”
“En el mundo de las mujeres, para tener éxito es imprescindible estar buena para que te abran puertas o para abrir piernas; o ambas cosas a la vez y no necesariamente en ese orden. Nos hemos dejado embaucar voluntariamente en un estado patriarcal donde la mujer puede ser abordada y modelada a capricho de tendencias y tallas que nada tienen que ver con el bienestar, con el tipo de trabajo o con la relación de pareja. Nacer, nacemos sin prejuicios… ¿qué ocurre a partir de los primeros años? ¿Quién siembra la semilla? ¿No seremos nosotras mismas?”
“Me cuesta creer que la exigencia de un modelo de mujer de pechos grandes, cintura fina, labios carnosos y figura voluptuosa esté relacionada con la salud. Por otra parte, no deja de ser curioso que esta afirmación se aplique mayormente a personas con sobrepeso, cuando el infra-peso puede desembocar en consecuencias tanto o más nocivas para la salud de quienes lo padecen. Basta de demagogia, por favor”
“Empezar un tratamiento requiere reconocer que se está enferma. Más que tener fuerza de voluntad, lo que se tiene que tener es la humildad de reconocer que se ha perdido el control de la situación, que no puedes, que te mueres, que necesitas ayuda y que te rindes a la rebeldía de pensar por ti misma ya que por el momento tu cabeza está fuera de servicio. Con fuerza de voluntad para creer en ti, para aprender a quererte y para dejarte guiar encontrarás la clave para volver a ser tú”.
“Si algo puedo afirmar con rotundidad acerca de mí misma, es que tengo una fuerza de voluntad inquebrantable. Esta enfermedad, contra todo pronóstico, me ha hecho inasequible al desaliento”
Ester, Clara y Verònica