… El nuestro es un espacio donde llegamos cada mañana a la hora nuestra, después de haber hecho perezas en la cama, sin prisas ni relojes. Donde lo primero que vemos es el patio florido, nuestro huerto y el pequeño almacén en el fondo que nos espera acogedor. Dentro, cada niño que llega va eligiendo su primera actividad, aquella que le despierta el intelecto, los sentidos, aquella que responde a su necesidad de estimulación y desarrollo del momento. El ambiente es de concentración. Somos una decena, todos nos conocemos, una pequeña familia. Se respira confianza, aspectos, estimación y alegría de vivir. Los niños trabajan, porque descubrir el mundo, entender, aprender, es su propósito y por eso van tan determinados por la vida. Aquí uno se ha parado a observar, un trabajo tan buena como otra. Dos col·laboren. Se mueven con libertad pero silenciosamente, Por el destorbar. El silencio también es lo que nos permite escucharnos, saber qué necesitamos desde dentro. Hola me ha a tener área de Surt, necesita movimiento. Otros trabajan con los materiales didácticos. Un prepara la mesa para el desayuno: cortar la fruta, limpiar la superficie, poner la mesa… Cada uno se sirve cuando tiene hambre, coloca el plato sucio a su pila, deja el espacio limpio… El rincón del juego simbólico siempre tiene visitas y nuestro conejo está más que bien alimentado. Los materiales Montessori son irresistibles y la concentración es extrema. Nadie nos aplaude ni nos corrige, permitiendo así que escuchamos nuestro maestro interior. El acompañante nos conoce, ens notas, nos facilita sutilmente una lección, nos presenta el material justo para continuar el aprendizaje, intercede entre nosotros porque resolvamos los conflictos con empatía y respeto… Los miércoles vamos al bosque, subimos a los árboles, xutem los Pedres, recogemos hojas y observamos las hormigas y los pájaros. Cuando vienen Emily o el Luis nos reunimos para cantar o escuchar un cuento. Hacia el mediodía casi todos están fuera, subiendo escaleras, gateando por los túneles, escalando por las cuerdas, balanceándose en los columpios, regando las flores, trasvasando arena de un cubo a otro, observando el Hortet. Nadie nos presiona para alcanzar metas antes de tiempo, ni nos frena por sus miedos. No competimos por el reconocimiento de los adultos para que la aceptación es total. Y con esa paz hacemos conquistas diarias, ganamos autonomía, una comprensión auténtica del mundo, habilidades, conocimientos, capacidades, sensibilidad… Cuando se acerca la hora de partir suena la campanilla y todos corremos a dentro, hacemos un corro, Cantem Vivim, nos tomamos las manos… Es hora de marchar y ya tenemos ganas de volver ..!
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Ánimos con este bloque! Cualquier cosa, Jugos y ho!
Este texto me ha hecho emocionar. Gracias!