“RAICES” UNA VISIÓ DEL POBLE-SEC AMB ULLS D’ESTUDIANT

Us adjuntem l’article que ha realitzat Angelo Attanasio per la Universitat i que descriu el barri que veu i viu.

RAICES PROFUNDAS PARA LAS NUEVAS IDENTIDADES

Alberto es un argentino alto, macizo y fibroso. A pesar del cansancio de la semana laboral, todos los viernes acude a los entrenamientos de la colla de su barrio: sus hombros firmemente plantados, pegados a los de otros compañeros, constituyen el cimiento de estas insólitas construcciones vivientes llamadas castells. Cuando dejó su país, hace ya ocho años, en busca de una vida más apaciguada, Alberto no sabía que en Barcelona desde siglos se levantaban castillos humanos. Pero ahora se siente compenetrado con esta tradición popular, y cuando se pone la característica camisa azul, luce con orgullo el escudo de los castellers de Poble-sec.
La combinación de equilibrio y esfuerzo colectivo que permite levantar los castells es la misma que rige la convivencia en este arrabal nacido a la sombra de la montaña de Montjuïc y limitado por la avenida del Paral?lel ? ese confín tan físico como simbólico con la ciudad.
Desde el asentamiento de sus primeros núcleos urbanísticos ? que se remontan alrededor del 1869 ? Poble-sec ha sido siempre un barrio popular, poseedor de profundas raíces identitarias y al mismo tiempo abierto a las distintas culturas, ya que a lo largo de los años había ido integrando gente procedente de la otra orilla del Ebro. Pues no es extraño que ahora acoja en sus calles estrechas y sin chaflanes una multitud de personas llegada más allá del mar, lo que hace posible que aquí luzcan más los brotes de nuevas identidades.
En los últimos años del siglo pasado, el barrio estaba sufriendo un lento declive, asociado al envejecimiento de la población y a la huida de muchos vecinos hacía otros barrios. Sin embargo, fue precisamente la disponibilidad de viviendas baratas y la llegada de nuevos inmigrantes lo que determinó un cambio radical. De hecho, según las encuestas llevadas a cabo en el 2008 por el Departament d?Estadística del Ajuntament de Barcelona, poco más de un cuarto de los 40.000 vecinos de Poble-sec ha nacido en el exterior, principalmente en Latinoamérica, en Magreb y en Pakistán.
En sus calles se despliega bien esta nueva geografía de su alma. Los comercios de los pakistanies comparten la vereda con las pescaderías de siempre, y las antenas parabólicas pestañean desde los balcones así como lo hacen los frisos modernistas. Las plazas han recobrado nueva vida y colores, mientras que cada vez más vecinos se comprometen con ese renacimiento.
Uno de los contrafuertes que ha sostenido el nuevo tejido social ha sido la Coordinadora d?Entitats del Poble-sec, una federación que ahora reúne más de ochenta organizaciones vecinales. ?La Coordinadora ha nacido con el objetivo de preservar la cultura catalana, con sus fiestas y tradiciones. A ese reto hemos añadido la apuesta para un renacimiento del movimiento asociativo del barrio? afirma orgulloso su presidente, Amadeo Quintana. ?Hemos instituido el Nadal Solidari, una campaña de solidaridad para todos los niños necesitados del barrio, y con el Distrito llevamos a cabo el Plan Comunitario, un proyecto piloto de ayuda legal y laboral para los inmigrantes?.
Otro arbotante es la asociación La Formiga, que fomenta la inclusión social del colectivo de mujeres, sobre todo pakistaníes y marroquíes, a través de programas lingüísticos y de promoción del empleo. ?Concentramos nuestros esfuerzo para ayudar al colectivo de mujeres, porque tienen unas dificultades específicas?, asevera Gustavo de Miguel, uno de los responsable de la organización, ?Pero queremos también que ellas se sientan vecinas activas?. Y con una pizca de satisfacción concluye: ?Cuando veo que el comerciante paquistaní le dice a una viejecita del Poble-sec que ha vivido toda su vida aquí, que le acompaña a casa para llevarle la bolsa con la compra, me parece una cosa espléndida?.
La llegada de los inmigrantes ha incorporado también nuevas costumbres a la vida del barrio. El sábado por la tarde es fácil encontrar grupos de chicos pakistaníes que juegan al criquet en la plaza cercana a la iglesia de Santa Madrona, allí donde los ladrillos de la tres chimeneas ? custodios severos de la memoria de la época industrial ?se reflejan en las vidrieras de la nueva mezquita.
Obviamente Poble-sec no es una isla feliz: como toda construcción humana vibra a la intemperie de las dudas y contradicciones despertadas por la inmigración. Manuel, por ejemplo, hace 21 años que sirve orujo casero a los clientes de su bar y ahora manifiesta su inquietud por la llegada de los inmigrantes. ?No me gusta como se ha transformado el barrio. Ahora hay más suciedad, más jaleo, más inseguridad. Tengo miedo de pasar por la calle Blai hasta de día?. Por otro lado Yuma, una joven peluquera dominicana, expresa su decepción: ?Aquí se vive muy mal. Hay mucho racismo, sobre todo hacía los inmigrantes!?.
Sin embargo, hay otros vecinos que aprecian el nuevo tipo de vida. Carmen, que tiene 84 años y ha nacido en el barrio, afirma: ?No me molesta para nada que haya nuevos vecinos. Sólo me gustaría que se adaptaran un poquito más?. Esperanza y Manuel, un matrimonio dominicano que desde hace 4 años está asentado aquí, coinciden con ella: ?En el barrio nos sentimos tranquilos. Es fácil integrarse cuando uno se acostumbra a las leyes del lugar?.
Con respecto a estas cuestiones, Imma Moraleda, regidora del districto Sants-Montjuic, precisa que, tratándose de un barrio poblado mayoritariamente por gente anciana, la llegada de gente de distintas culturas quizás haya incomodado a algunos. ?Simplemente se trata de problemas de convivencia, debidos a la gran densidad y a las distintas maneras de utilizar el espacio público?, sostiene la regidora. ?En cambio, yo valoro mucho el tejido social del barrio. Creo que es algo de lo que estar orgulloso?.
Tal vez el mismo orgullo que lucen los integrantes de la cuadrilla de los Castellers del Poble-sec. Aquellos hombres y mujeres de distintos países que, como Alberto, brazo con brazo, piel con piel, desde hace diez años construyen y dan fuerza a esos castillos humanos, prestigio de todo un barrio.

[Barcelona, 15 de noviembre 2009]

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